Una avalancha de demandas judiciales han tenido lugar en los últimos meses. Los denunciantes serían decenas de miles de sujetos que se habrían tatuado sus iniciales en idioma chino. Al parecer esos ideogramas o letras están lejos de ser lo que supuestamente son.
Juan Diego Torres es el representante de la agrupación que nuclea a los afectados por dichos tatuajes. "La tragedia comenzó en mi viaje a China. Soy admirador de la cultura oriental y hacía años ahorraba para realizar mi sueño de viajar. Antes, mi novia me había regalado un tatuaje con mi nombre en chino. Ella quería que el tatuaje estuviera en un lugar privado, para que solo nosotros pudiéramos verlo. Opté por una nalga, sitio que no expongo a menudo" , relata Juan D. Torres, "Ya en China me recomendaron unas aguas termales, ricas en minerales y muy relajantes. No dudé en visitar el lugar. Llegado a las termas, me dirigí a los vestuarios, para ponerme mi traje de baño. Y allí fue el horror. Cuando me desnudé, los hombres del vestuario, orientales todos, comenzaron a burlarse de mí. Algunos me toquetearon y otros intentaron frotarse contra mí. Solo la intervención policial me liberó de esa turba afiebrada, sedienta de mi cuerpo. Fueron los policías quienes me revelaron que mi tatuaje no representaba mis iniciales, sino una leyenda con una invitación homosexual. Mi sorpresa fue doble: una por descubrir que había sido engañado, y otra por comprender cuantos maricones hay en China".
Julio Solaro, abogado defensor de los tatuadores, comentó que "en verdad se trata de un caso de mala fe. No son los tatuadores los responsables, sino el pueblo chino, tan adepto a la burla y a la candonga. Es mundialmente conocida la "picardía china". No por nada los chinos siempre se ríen. Se ríen de nosotros".
Otros afectados han sufrido desde lesiones leves hasta muy graves, como el caso de Daniel Zorretti, quien recibió una feroz golpiza en un restaurante de tenedor libre, por cargar en su brazo, sin saberlo, con la leyenda "los chinos son todos putos".
Mientras la justicia prepara su veredicto, miles de jóvenes siguen sufriendo de la llamada "picardía oriental", temiendo por sus vidas o su integridad sexual..
