Me presento en mi nueva faceta de destructor del cine, antes esperaba gustoso estar detras de camara, hoy disparo y no con una camara sino con un teclado y lapicera.
La pelicula de hoy " The girl on the bridge".
En esta noche del jueves 3 de febrero escribo durante una pausa publicitaria, son las 23:20 exactamente y el anuncio que estoy viendo es el de Mahou 5 estrellas donde Resines se burla del niño de los caracoles, se trata de la primera pausa de Off Cinema, un espacio de La 2 dedicado a visualizar de vez en cuando una buena película; hoy me está interesando bastante, de veras, pues hasta una desconocida Vanessa Paradís (Adèle) cautiva al espectador; es una pena que La fille sur le pont, de Patrice Leconte (Francia, 1999), no la presenten en versión original, ya que unos labios como los de ella echan de menos su lengua materna. Continúa. En medio de la peli, tengo que decir que la ironía del protagonista, Daniel Auteauil (Gabor), rompe moldes y sus frases son no sólo sabias, sino que nacen muy rápido. Ella, a cada segundo, es más hermosa y madura –está cerca de los 22 años, una edad en la que muchos y muchas llevan a cabo acciones que tarde o temprano llevan al arrepentimiento. Ahora: escena en la que ella goza mientras él le lanza cuchillos, terminan extenuados, buen símbolo y buena manera de dejar al espectador con la miel en los labios para dar paso a la segunda entrega publicitaria. La banda sonora suena a Las mil y una noches.
A Adèle le gusta el lado izquierdo de la cama, se larga con un recién casado y deja tirado a Gabor que ante la pregunta de ella, «¿cómo hacemos?, ¿nos damos un beso, nos damos la mano?», él contesta: «nos olvidamos». Él se queda con la recién casada y su numerito de los cuchillos, pero a esta le incide uno en pleno muslo. El viaje de Adèle con el recién casado tampoco parece ser un camino de rosas, sino una derrota de náufragos.
Conversaciones entre los dos en la distancia; ella se dio cuenta de que ese hombre no era el que esperaba, que lo que había tenido antes era mucho mejor, pero la sedujo lo nuevo…, lo nuevo que no duró ni un día y que le devolvió al recuerdo de Gabor, del «usted» en la distancia, de los diálogos telepáticos.
Ella era triste, más triste que la muerte, I’m sorry, su mirada en el puente, encontrar una noche a una chica con ojos grandes y tristes, esa es la suerte, eso es un regalo. Un regalo que le lleva a uno a querer suicidarse si lo pierde, pues supone perder la felicidad, y sólo cuando ha sido uno verdaderamente feliz sabe que no será posible volver a serlo. Pero, un día cualquiera, en una noche parisiense, en un puente, quizá sea ella la que le encuentre.
––«Cuando no salto yo, salta usted. No podemos continuar así».
––«Continuar, ¿cómo?».
––«Sin estar juntos».
"Nos hacemos el Amor con cuchillos."